La exploración espacial requiere fuentes de energía confiables para alimentar estaciones de investigación y sistemas de comunicación. Aunque la mayoría de las misiones utilizan energía solar, en algunas situaciones extremas se han empleado generadores especiales diseñados para el espacio.
Por ejemplo, en las misiones Apolo a la Luna, los astronautas llevaron generadores de radioisótopos que producían electricidad mediante la descomposición de materiales radiactivos. Estos generadores aseguraban energía en zonas donde la luz solar no era suficiente para operar los equipos.
En Marte, la NASA ha desarrollado módulos que combinan paneles solares con sistemas de respaldo similares a los generadores terrestres. Esto garantiza que las misiones puedan continuar incluso en tormentas de polvo o en largas noches marcianas.
Si algún día se establecen colonias en la Luna o en Marte, los grupos electrógenos avanzados jugarán un papel fundamental en la supervivencia de los astronautas, asegurando electricidad para la calefacción, el soporte vital y las comunicaciones.